Ser hombre y feminista
Puede que a muchos les parezca contradictorio ser hombre y feminista a la vez, pero no hay nada más coherente que serlo en una sociedad dominada por el patriarcado que sistemáticamente ningunea y margina, no a un colectivo o a una minoría, sino a la mitad de su población. Y no estoy hablando solo de la diferencia de salario por hacer el mismo trabajo, de lo que la mujer tiene que demostrar para acceder a determinados puestos, o de la brutal desproporción que existe en los órganos de poder de las instituciones.
En mi profesión, la de actor, las mujeres desaparecen desde que cumplen los cuarenta y pocos hasta que parecen la abuela de la fabada asturiana. ¿Por qué? Porque no obedecen a los valores y al canon de belleza que impone el patriarcado. Si analizamos las series de tv o el cine, la inmensa mayoría de los personajes cincuentones están escritos para hombres. Las mujeres no existen. Pero la discriminación no solo se produce en el número de papeles, sino en el perfil de los personajes que les permiten interpretar, siempre definidos en relación con los hombres (madre de, esposa de), y casi nunca, como personas independientes y autónomas.
Los periódicos y los telediarios se hacen eco de los crímenes de la violencia de género, pero, en muchas ocasiones, lo hacen de una manera totalmente sesgada: “Una mujer ha muerto esta mañana…” ¿Cómo que una mujer ha muerto? ¡Una mujer ha sido
asesinada! Matices como este suelen pasar inadvertidos a fuer de haber sido repetidos hasta la saciedad. El tratamiento que se da a estas noticias suele seguir el siguiente patrón: una voz en off informa del crimen mientras vemos huellas de sangre ya seca en la acera donde la pobre infeliz “ha muerto” Nos suelen contar que el asesino (pareja o expareja) se ha suicidado, se ha intentado suicidar, ha desaparecido o se ha entregado voluntariamente a la policía. Ahí la variedad es mucho más amplia que en lo que nunca falta en la redacción de estas noticias: la reacción de los vecinos. Por regla general, porque siempre hay excepciones, muestran su asombro, no dan crédito a lo que ha pasado, “parecían una pareja normal” nos dicen, “nunca les había oído discutir…” Ah, y en muchos casos utilizan el calificativo de “bastante”, algo que nunca podré entender ¿Cómo que el crimen ha sido “bastante” violento?
Como decía, los medios de comunicación nos hablan de los asesinatos machistas, aunque nunca suelen calificarlos como tales, pero lo que callan es que los propietarios de esos medios son, en su inmensa mayoría, hombres, que quienes redactan las noticias también en su inmensa mayoría son hombres, y que las propias noticias que publican versan, en su inmensa mayoría también sobre hombres.. Es descorazonador comprobar que incluso en un ámbito como el de la cultura, aparentemente más sensibilizado y avanzado en temas de igualdad, la
discriminación de la mujer alcanza cotas insospechadas: en los suplementos culturales solo cerca del 20% de las noticias hacen referencia a mujeres, los periodistas que trabajan en ellos son hombres en más de un 75% y, como en el mundo del cine y la tv, cuando aparece alguna noticia relacionada con una mujer, aunque sea para hablar de un libro que ha publicado o de una cátedra que ha ganado, suelen relegarla a suplementos de moda, centrar el artículo en su forma de vestir y, si es mayor, poner, invariablemente, una foto de cuando era mucho más joven. Cierto y, por eso, realmente descorazonador.
Es este machismo “invisible” el que está impidiendo no solo que se avance en temas de equidad, sino que incluso se retroceda, como lo demuestran los comportamientos cada vez machistas y violentos que aparecen en las encuestas realizadas a chicos y chicas. Sin duda la solución a este grave, gravísimo problema, pasa por la educación, pero educación no es algo que se imparta exclusivamente en colegios e institutos. Educar es algo que hacen las familias, férreamente asentadas en el esquema patriarcal con una definición sexista de roles que pasa de generación en generación, educar lo hacemos tod@s, con nuestro ejemplo. Y ahí los
hombres debemos entonar el mea culpa porque tenemos tan arraigado el comportamiento machista que somos incapaces de verlo cuando está incluso delante de nuestras narices. Disfrazado de micromachismos, ya sean utilitarios, coercitivos, encubiertos o de crisis. Escandalizarnos del machismo que creemos ver en otras culturas es una de las armas que
nuestro inconsciente masculino utiliza para que no veamos el nuestro, el que ejercemos o consentimos en nuestra propia casa. Creemos que con denunciar el burka o la ablación ya no somos machistas y que defendemos a la mujer. Eso es como darle al “me gusta” en Facebook y creer que ya hemos hecho la revolución. Pero no es así. Son muchas, muchísimas, las cosas que hombres y mujeres podemos, y debemos, hacer para acabar con esto, y la primera es abrir los ojos y aprender a ver las diferencias de género que impone nuestro patriarcado. ¿Cómo vamos a resolver un problema si ni siquiera sabemos verlo? Está claro que en colegios e institutos deben aprender lo que es la igualdad, pero de nada servirá si nosotros, los mayores, no nos atrevemos a “desaprender” el machismo que llevamos tan dentro. Somos todos, hombres y mujeres, quienes debemos recorrer el largo camino que nos separa de la equidad, y el primer paso de ese camino está dentro de nuestra propia casa.
Marta Pomés
Muy importante
que traigas a tu placenta este terrible hecho del maltrato hacia las mujeres con resultado o no de muerte, que aparece día sí y día también en los diarios. Es un problema que transita por todas
las clases sociales. Grave, que una de cada tres menores de 20 años acepte cierta sumisión de su novio, cuando esto era impensable en los setenta.Te sorprenden los términos periodísticos usados tales como: “bastante” violento. Y a mí losque vienen de los jueces: “no presenta suficiente ensañamiento paraconsiderarlo asesinato…” Los periódicos tienen su dueño y este su ideología.
Como ya decía en los sesenta, el visionario de la sociedad de la informaciónM.Maclluhan; “el medio es el mensaje”. Por tanto, todo se suma en desfavor de la mujer
Carlos Olalla
Realmente el machismo imperante en esta sociedad es atroz, pero lo que es verdaderamente peligroso es cómo se invisibiliza a fuerza de parecernos normal. Y lo que comentas sobre lo que está pasando con los más jóvenes es como para poner los pelos de punta. ¡Educación, educación, educación! Vuela mi abrazo más fuerte