¿Unión Europea? ¡No, gracias!
¿Qué tiene que ver esta Unión Europea neoliberal, xenófoba y antidemocrática con aquella Europa para tod@s que nos vendieron?, ¿Dónde han ido a parar los ideales de libertad, fraternidad e igualdad sobre los que se sustentaba?, ¿En qué punto naufragamos y dejamos que el dinero y sus banqueros sustituyeran a los pueblos y sus ciudadanos?, ¿Cómo es posible que sigamos permitiendo los atropellos que a diario vemos en la televisión: la implantación de gobiernos títeres no elegidos por sus pueblos, el linchamiento de partidos y ciudadanos que se atreven a oponerse al austericidio que nos imponen, la construcción de vallas y muros cada vez más altos, el cierre de nuestras fronteras a quienes huyen de la muerte…? Y lo que es peor ¿Cómo es que queremos seguir perteneciendo a esta putrefacta Unión Europea tan alejada de la Europa que queríamos?
No, yo no quiero pertenecer a una Unión Europea dominada por los intereses económicos de unos pocos, regida por banqueros y exbanqueros a los que nadie ha elegido democráticamente, una Unión Europea que se carga gobiernos democráticos asfixiándoles con la deuda y apoya a regímenes neonazis condonándoles lo que deben, una Unión Europea hecha por los ricos para los ricos en la que a diario se recortan los derechos y la libertades de quienes menos tienen, una Unión Europea que crea un Banco Central Europeo para financiar a los bancos y no a los países que lo necesitan, una Unión Europea que cierra sus fronteras a los refugiados y persigue a los inmigrantes, que permite la existencia de Centros de Internamiento de Extranjeros que son auténticos limbos jurídicos donde convertimos a personas en nadies, una Unión Europea que esquilma injusta e impunemente las riquezas naturales en África, Oriente Medio o Latinoamérica, que vende armas y financia guerras para
proteger sus intereses, una Unión Europea que impone políticas neoliberales que asfixian a sus ciudadanos, una Unión Europea que se llena la boca hablando de derechos humanos mientras niega el derecho de asilo o el estatuto de refugiado a miles de personas… No, yo no quiero pertenecer a este monstruo que, entre tod@s, hemos creado o hemos permitido que creen, que viene a ser lo mismo.
Adormecidos por el estado del bienestar, engañados por medios de comunicación vendidos al capital, idiotizados por quienes defienden el libre mercado a nivel social y el egoísmo más extremo en el individual, nos hemos dejado llevar hasta esta situación en la que, ciegos de miedo o de avaricia, votamos a unos políticos corruptos y mediocres para que nos gobiernen. Poco importa que sepamos a ciencia cierta que roban o que son unos inútiles. Nosotros les seguimos votando. Absortos como estamos en pagar nuestra hipoteca o el alquiler, en no perder nuestro trabajo o en encontrarlo, en comprar un puñetero televisor de plasma o el último móvil, les seguimos votando en esa inercia de idiocia que nos hace creer libres. Han lavado nuestros cerebros con el miedo, el miedo a perder lo que tenemos, a que no podamos alcanzar lo que anhelamos, a que nos marginen, a que nos persigan… el miedo a lo desconocido, a aquellos a los que no conocemos… el miedo a ser nosotr@s mismo@s. Esa es nuestra realidad, la realidad de este falso paraíso llamado Unión Europea que si de unión tiene poco, de Europa ya nada.
Estamos asistiendo al resurgir de la extrema derecha en toda Europa, el racismo y la xenofobia campan a sus anchas, vemos a diario la persecución de los más débiles en nuestros telediarios, policías gaseando a mujeres y niños en Hungría, guardias civiles disparando pelotas de goma a inmigrantes en Ceuta, grupos neonazis quemando albergues para inmigrantes en Alemania… y aquí no pasa nada. Dejamos caer un par de lágrimas viendo el cuerpecito inerte de Aylán en la orilla, hacemos un donativo, pequeño por supuesto, a cualquier ONG y le damos al me gusta a algún comentario de Facebook que nos conmueve. Eso es todo lo que hacemos. Eso es todo lo que somos.
Pero todavía existen personas capaces de dar un paso al frente sin esperar a que lo den los políticos y ofrecen sus casas para acoger a los refugiados; que todavía hay alcaldesas y alcaldes que entienden que la justicia está por encima de la ley y ofrecen sus ciudades para acoger a quienes huyen; que todavía hay seres humanos que no se contentan con las “noticias” y los “realities” con los que nos adocenan nuestras televisiones y se informan; que todavía hay quien sale a la calle a defender a los inmigrantes, a exigir el cierre de los CIEs, a protestar contra la Ley Mordaza y a defender nuestros derechos, los de tod@s. Ell@s son la esperanza, la única esperanza que
tiene esta vieja Europa que apesta a hiel, que se sustenta sobre la explotación y muerte de los desheredados a los que niega el asilo y cierra la puerta, que protege sus privilegios tras vallas manchadas de sangre, que gasta miles de millones en policías, soldados y fragatas para impedirles que crucen la frontera, esa frontera dibujada en un mapa que ninguna tierra conoce, esa frontera que separa la vida de la muerte y que, cada día, hunde más nuestras conciencias.