Alvin Ailey, bailame un sueño…
Poesía, belleza, plasticidad, armonía, pasión, fuerza, equilibrio, sensualidad, magia… imposible encontrar un calificativo que describa lo que es el Alvin Ailey American Dance Theater. No son cuerpos en movimiento, sino almas que rompen sus cadenas en el viento. Hay tanta belleza, tanta fuerza, tanta expresividad en cada uno de sus movimientos, que es imposible no sentir que es la misma tierra la que nos habla, nuestras raíces más profundas las que bailan ante nosotros transportándonos a ese sutil universo sin tiempo donde la poesía acalla a la física. Creada por el coreógrafo y bailarín Alvin Ailey en 1958, esta compañía de danza expresa, quizá como ninguna otra, la grandeza del espíritu humano, un espíritu que, a través de coreografías como la mítica “Revelations” , nos habla de nuestras raíces, de nuestras pasiones, de nuestros miedos y, sobre todo, de nuestra libertad y nuestros sueños.
Compuesta inicialmente por bailarines afroamericanos, poco después de su fundación abrió sus puertas a bailarines de distintas etnias que, unidos en esa inimitable y única forma de vivir la vida a través de la danza, han pasado su testigo de generación en generación durante más de cincuenta años para hacernos llegar, nítido y claro, el grito de libertad con el que se fundaron. En sus bailes entendemos lo que debieron sentir los esclavos al liberarse, lo que sienten los amantes al abrazarse, la pasión de los sueños al nacer… Porque en cada uno de los movimientos de sus coreografías hay amor, hay pasión y hay libertad.
Alvin Ailey había nacido en Texas en 1931. Su pasión por la danza le llevó a formarse como bailarín y coreógrafo en California en la década de los cuarenta y, con solo 27 años, afincado ya en Nueva York, fundó el Alvin Ailey American Dance Theater. Ni siquiera había cumplido los treinta cuando creó una de sus coreografías más famosas: “Revelations”, en la que, dividida en tres partes y con música de espirituales negros, nos cuenta la historia de sus antepasados, la historia de la liberación de la esclavitud. El claro compromiso con la defensa de la libertad fue uno de los principales valores que imprimió a toda su obra. Creó 79 coreografías para su compañía, aunque siempre defendió que la Alvin Ailey American Dance Theater debía bailar las coreografías de otros. En su repertorio cuentan con más de doscientas creadas por los principales coreógrafos de la segunda mitad del siglo XX. Alvin Ailey murió de sida en 1989.
A lo largo de sus más de 50 años de historia el concepto de compañía de baile se le ha quedado muy pequeño a la Alvin Ailey American Dance Theater. Hoy cuenta con escuela, un laboratorio de coreografía para artistas emergentes, etc. Las giras mundiales han sido una de las constantes de esta compañía desde su creación. Cerca de 30 millones de personas les han visto bailar en más de 80 países. Actualmente la compañía titular está compuesta por 30 bailarines y su director artístico es Robert Battle. Sigue teniendo su sede en Nueva York, adonde acuden bailarines de todo el mundo para formarse.
La historia del Alvin Ailey American Dance Theater es la historia de un sueño, el sueño de un hombre que creía que la belleza nos hace libres. Dedicó toda su vida a perseguir su sueño y, como todo soñador sin remedio, a lo largo de su viaje fue encontrándose con otros soñadores que querían unirse a él. Fueron muchos los momentos que pasó en soledad. Ni uno en los que se sintió solo. Y lo hizo como se deben perseguir los sueños: viviendo intensamente cada uno de los instantes de su vida. Desde pequeño supo que había venido a este mundo a bailar y a expresar todo lo que llevaba dentro mediante la danza. Crear su propia compañía era algo que ni se le había pasado por la cabeza, fue la propia danza la que se lo metió en la cabeza. Conforme fue creciendo y adentrándose más y más en el universo de la danza descubrió que algo en su interior le impulsaba, irrefrenablemente, a abrirse a los demás, a crear para los demás, a compartir con los demás. La vida le enseñó que no solo había venido a este mundo a bailar, a ser un bailarín excepcional. Había venido para algo más, para hacer eso que en su interior cada día vibraba con más fuerza: crear un universo de belleza capaz de transmitir al mundo lo que significa ser uno mismo, lo que de verdad es ser libre, lo que es amar… y decidió bailar su sueño con todas sus fuerzas, apostándolo todo, entregándose por completo a la pasión por compartir con los demás la belleza que había en su interior, porque él sabía que la mentira no está en los sueños que no llegan a convertirse en realidad, sino en la realidad que no nos atrevemos a vivir con la intensidad y la pasión de un sueño.